sábado, 31 de octubre de 2015

Copán, antigua civilización maya


Es un sitio arqueológico de la antigua civilización maya ubicado en el departamento de Copán al occidente de Honduras, a poca distancia de la frontera con Guatemala. Del siglo V al siglo IX fue la capital de un importante reino del periodo Clásico. La ciudad estaba situada en el extremo sureste de la región cultural Mesoaméricana, en la frontera con la región cultural istmo-colombiana, en una zona habitada por pueblos que no pertenecían a la etnia maya.


La ocupación humana del sitio se extiende por más de dos milenios, desde el Preclásico Temprano hasta el Posclásico. La ciudad desarrolló un estilo escultórico distintivo dentro de la tradición de los mayas de las tierras bajas, tal vez para destacar el origen maya de los gobernantes de la ciudad.


Aunque las primeras estructuras arquitectónicas de piedra construidas en Copán datan del siglo IX a. C., el valle fértil del río Copán ya fue una región agrícola mucho antes. La ciudad ya era importante antes de su refundación por una élite extranjera. Aunque se encontraron algunas referencias a la historia predinástica de Copán en textos posteriores, ninguno de ellos es anterior a la refundación de la ciudad en el año 426 d. C. La información disponible sobre esta época es escasa y fragmentaria. Hay una inscripción que hace referencia al año 321 a. C., pero ningún texto explica el significado de esta fecha.

Un evento en Copán está ligado a otro evento que ocurrió 208 días antes, en el año 159, en un lugar desconocido que también se menciona en una estela de Tikal. El hecho de que el lugar también se menciona en Tikal sugiere que se trata de un sitio en la cuenca del Petén, posiblemente El Mirador, la gran ciudad maya del Preclásico. Esta fecha de 159 d. C. se menciona en diversos textos y está vinculada a una figura conocida como «Ajaw Foliado». Esta misma persona está mencionada en el cráneo tallado de un pecarí que se recuperó de la Tumba, donde el texto dice que está llevando a cabo alguna actividad en el año 376 d. C. con relación a una estela.


Aunque los orígenes de la ciudad se remontan al periodo Preclásico, poco se sabe de los gobernantes de Copán antes de que se fundó una nueva dinastía vinculada con Tikal a principios del siglo V d. C. Bajo esta nueva dinastía Copán se convirtió en una poderosa ciudad-estado y una potencia regional en el sur de la región maya, a pesar de que sufrió una catastrófica derrota a manos de Quiriguá en 738 cuando el rey Uaxaclajuun Ub'aah K'awiil fue capturado y decapitado por su ex-vasallo K'ak' Tiliw Chan Yopaat, el gobernante de Quiriguá.


Aunque esta derrota fue un importante retroceso, los gobernantes de Copán comenzaron nuevamente a construir estructuras monumentales dentro de unas pocas décadas. Tras el colapso maya, y después de que se levantaron las últimas grandes estructuras ceremoniales y monumentos reales, el área de Copán continuó siendo ocupado, pero la población de la ciudad cayó en los siglos VIII y IX de quizá más de 20.000 habitantes a menos de 5000 habitantes. A la llegada de los españoles en el siglo XVI, el centro ceremonial había sido abandonado desde hace mucho tiempo y el valle de Copán era únicamente poblado por unas pocas aldeas agrícolas.



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Claves de la escritura sagrada, Jeroglíficos


Aunque al principio la escritura jeroglífica era un sistema ideográfico, en el que cada signo representaba visualmente un objeto, con el tiempo se desarrollaron métodos para representar palabras de forma parecida a los alfabetos modernos.

La lengua egipcia apareció por primera vez por escrito en torno al año 3300 a.C. y se desarrolló de forma continua como lengua viva hasta el siglo XIV d.C. A lo largo de esos más de cuatro milenios, el idioma experimentó una profunda evolución, de modo que entre el egipcio medio –la fase de la lengua en la que se escribió el famoso Cuento de Sinuhé– y el copto podría haber tanta distancia como entre el latín y el castellano.

Además, en las distintas regiones de Egipto se hablaban diferentes dialectos de la lengua egipcia, con lo que, por ejemplo, era habitual que un habitante del Delta tuviera dificultades para entender a otro de Elefantina.


Frente a esta notable transformación de la lengua hablada, la escritura jeroglífica da una impresión de inmutabilidad, de una escritura sagrada que se habría mantenido invariable durante siglos. Se trata, sin embargo, de una impresión engañosa, pues a lo largo de la historia egipcia no sólo hubo distintos sistemas de escritura, además de los jeroglíficos, sino que éstos evolucionaron de modo diferente, incluso en la época de dominio griego. Aun así, algunos principios básicos de la escritura jeroglífica se mantuvieron siempre vigentes.

Los jeroglíficos se basaron casi siempre en la representación de elementos de la realidad de los antiguos egipcios, desde seres humanos y animales hasta objetos celestes, plantas, utensilios diversos o todo tipo de construcciones. Estos signos fueron utilizados en un inicio como logogramas, es decir, signos cuyo significado es el elemento que representan. El concepto «casa» se escribía mediante el plano esquemático de una vivienda de una habitación, y la palabra «cara», con una cabeza humana mostrando el rostro de frente. En estos casos un pequeño trazo vertical se situaba detrás o debajo del signo para indicar que éste estaba siendo usado al modo de un logograma.



No obstante, pese al gran número de jeroglíficos que los egipcios llegaron a crear –unos 750 en la época clásica de la lengua egipcia–, era imposible que hubiera uno para cada
elemento de la realidad. Además, existían conceptos abstractos que no podían representarse directamente de forma gráfica. Era necesario, pues, encontrar un método para expresar nuevos significados con los signos jeroglíficos ya existentes.

Uno de ellos consistió en utilizar los signos de forma simbólica para referirse a conceptos relacionados con el elemento representado. Por ejemplo, el signo que representa las banderolas situadas en los pilonos –puertas de entrada monumentales– de los templos pasó a designar el concepto de dios, dado que en los templos se guardaba la estatua de la divinidad. Otro caso es el signo del sol; como logograma designaba directamente el astro rey, pero podía también emplearse simbólicamente para indicar conceptos vinculados al tiempo, como «día», a partir de la idea de que el sol, en su movimiento por el cielo, marca el paso del tiempo.

Como este método todavía era insuficiente, los egipcios terminaron por desarrollar un sistema de escritura fonética, en el que los signos representaban los sonidos o fonemas de la palabra tal como se pronunciaba en lengua egipcia. Para ello tomaron como punto de partida los jeroglíficos ya existentes, que empezaron a utilizar de modo parecido a las letras de nuestro alfabeto. Por ejemplo, el signo que representa un antílope y que se pronunciaba jw, fue utilizado para escribir palabras en las que apareciesen los sonidos jw, aunque no tuvieran nada que ver con el significado original de «antílope»; es el caso de jwa.wt, que significa «herencia».


En algunos casos, los jeroglíficos representaban un único sonido fonema. Por ejemplo, «vientre» en egipcio se pronunciaba khet, por lo que para representar un sonido similar a la «j» se empleó un signo que representa la zona del vientre de una vaca, con las ubres y la cola.
Este método de escritura fonética tenía el inconveniente de que había palabras que se escribían igual y que podían confundirse. Para sortear este riesgo los egipcios desarrollaron un ingenioso procedimiento, que consistía en incluir al final de cada palabra un signo para indicar a qué clase de objetos correspondía y distinguirla de esta manera de otras palabras de igual ortografía. Estos signos son los llamados determinativos.

Gracias a los determinativos se podía saber que la palabra en cuestión correspondía, por ejemplo, a un tipo de planta concreta, como se ve en los términos jaq.t «puerros», o tjit «tomillo». Los mamíferos cuadrúpedos se indicaban con un determinativo consistente en una piel de animal y su cola; así se designaba una pantera, aby, un chacal wenesh, o un gato miw. Para identificar los términos abstractos se usaba un determinativo en forma de rollo de papiro sellado, ya que el papiro se asociaba con el pensamiento conceptual. De este modo, el verbo «escribir» se formaba con el signo de la paleta del escriba más el determinativo que indica que se trata de un concepto abstracto. En cambio, el «escriba» se designaba con el mismo signo de la paleta, pero con el determinativo de un hombre sentado, para indicar que era un oficio.



Las palabras podían contar con más de un determinativo, y durante el Imperio Nuevo el número de determinativos empleados en cada palabra se multiplicó. Dado que los jeroglíficos se escribían de forma continua, sin espacios entre las palabras, los determinativos cumplían también otra función no menos importante: la de ayudar a localizar fácilmente el final de cada término.

Puede decirse, pues, que la escritura jeroglífica consistía en una combinación de signos de distintos tipos: logográficos, fonéticos y determinativos. Esto puede ilustrarse en un nuevo ejemplo, el del verbo «salir», pronunciado en egipcio per y que se escribía con dos signos. El primero, como vimos arriba, representa el plano esquemático de una casa, y aquí está utilizado de forma fonética, por lo que representa las consonantes «p» y «r» (hay que recordar que, en la escritura jeroglífica, las vocales no se escribían: las «e» que aparecen entre las consonantes son una convención adoptada por los egiptólogos para poder leer con mayor facilidad las palabras). Va seguido del signo de la boca, que corresponde a la consonante «r»; se trata de un «complemento fonético» cuya función es facilitar la lectura del signo anterior.


Los jeroglíficos, pues, más allá de su cautivador efecto estético, se convirtieron en un sistema perfectamente desarrollado de escritura; «un sistema complejo –escribió Champollion, el primero en descifrarlos–, una escritura que es a la vez figurativa, simbólica y fonética en un mismo texto, en una misma frase y, debería decir, casi en una misma palabra».


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viernes, 30 de octubre de 2015

Mujer que devolvía el rostro a los soldados en la 1ª Guerra Mundial.


La máscara de Richard Harrow no es un invento macabro de Scorsese. Entre las fotos de Anna Coleman Ladd, una artista norteamericana que llegó a París en la I Guerra Mundial, hay media máscara casi idéntica, gafas incluidas, y un hombre sorprendentemente parecido a Richard. Quizá Harrow no existió. Quizá Scorsese solo viera aquella máscara y le sirviese para inventar un personaje de Boardwalk Empire que podría haber sido cualquiera de entre miles de hombres reales. Lo poco que sabemos del taciturno personaje es que acababa de volver de la I Guerra Mundial. La primera guerra, dicen, en la que un hombre podía perder la cara y seguir con vida. Para eso había llegado la artista norteamericana a Paris. Para devolverles el semblante.

 
La metralla destrozó los rostros de unos 20.000 soldados durante la I Guerra Mundial. Los intentos de cirujanos como Harold Gillies y del dentista armenio Varaztad Kazanjian, pioneros en la aplicación de la cirugía estética a los rostros devastados por la metralla, no siempre eran efectivos. Incluso varias operaciones resultaban insuficientes en los casos más extremos. Tras la cirugía, muchos hombres seguían luciendo unas heridas tan visibles que eran aislados de la sociedad y se veían obligados al ostracismo o a encargarse de trabajos en los que nadie les viese. De ahí que algunos veteranos de guerra acabasen trabajando en lugares aislados u oscuros como los cines.

Para solventar este problema y alcanzar los resultados que la cirugía no lograba, el escultor y capitán Derwert Wood había empezado a hacer experimentos en un hospital londinense en el que trabajaba como camillero, para devolver el rostro a los soldados británicos. La goma y la gelatina resultaron técnicas exiguas y Wood acabó decantándose por la elaboración de máscaras en un local que solían llamar ‘Tin Noses Shop’.

 

Wood publicó un artículo en el que afirmaba que su trabajo solo comenzaba cuando el del cirujano terminaba. El escultor decía que, gracias a estas nuevas máscaras, el paciente recuperaba la confianza en sí mismo que había perdido. «Su propia existencia deja de ser una fuente de melancolía», escribió en la revista médica británica The Lancet.

Era 1917 y Anna Coleman Ladd (Philadelphia, 1878) estaba leyendo el artículo de Wood. Se había mudado a Boston en 1905 y entonces ya era una aclamada escultora en la ciudad. Educada en París y Roma, y famosa por sus fuentes y bustos, había conseguido exponer en varios museos de Estados Unidos. Aquello que había escrito Wood la llevó a pensar que ella tenía mucho que aportar y que podría hacer lo mismo que él, pero con soldados franceses. Se puso en contacto con el escultor, quien accedió a enviarle todos los detalles de su trabajo para que ella pudiese aplicarlos por sí misma en Francia.

Además, allí se reencontraría con su marido, el pediatra Maynard Laddy, que entonces estaba en París y con quien después tuvo dos hijas. La fama no lo era todo. Como mujer ninguneada de su época, supeditada al marido o al padre, Ladd no habría conseguido el beneplácito de la Cruz Roja Americana para abrir un estudio de máscaras de no ser porque su marido había sido designado director de la Oficina del Niño en Toul.


En diciembre de 1917, Ladd agarró sus pertenencias y cruzó el Atlántico. Acompañada de cuatro asistentes, fundó el Estudio de Máscaras-Retrato de Cruz Roja Americana en París.
Tras recibir las indicaciones de Wood, Ladd comenzó a recorrer los hospitales de París en busca de potenciales pacientes. Alrededor de 3.000 soldados franceses acudieron a su estudio en busca de ayuda. Allí no había espejos. Estaban prohibidos. Así que el deseo por volver a la normalidad, el ambiente amistoso y las distendidas charlas, iban preparando a los soldados para lo que les esperaba: el regreso a la sociedad. Ella los llamaba los valientes sin rostro.

El proceso

Basándose en fotos antiguas y entrevistas, Ladd estudiaba todo: desde los hábitos de los pacientes hasta sus expresiones faciales. En base a ello, decidía el semblante que asignaría a cada máscara, una expresión que los veteranos mantuvieron de por vida.

Primero elaboraba un vaciado de yeso del rostro. Después, hacía una prueba sofocante con arcilla y plastilina. Entonces, el molde salía del estudio y, en una planta de producción, se creaba una réplica de cobre galvanizado, por ser maleable y mucho menos pesado. No obstante, cada máscara completa llegaba a pesar más de 250 gramos y solo los que necesitaban cubrir media cara lograban cargar con caretas más ligeras, de unos 100 gramos.


La versión en cobre galvanizado llegaba al estudio y entonces comenzaba el proceso de refinamiento. Ladd soldaba el resultado para dar forma a las cejas y los labios, en los casos en los que era necesario cubrir la boca. Para este tipo de máscaras, además, dejaba un espacio entre los labios en el que pudiese caber un cigarrillo. Con la máscara ya colocada sobre la cara del soldado, a fin de aproximarse con más precisión al tono de la piel, pintaba el cobre con óleo. Pero el resultado no era el mejor. Así que acabó optando por un esmalte que se podía lavar y cuyo acabado mate tenía un efecto más parecido a piel.

Cuando el soldado había tenido barba, bigote o gafas, también Ladd incluía estos elementos. A veces, también lo hacía porque a ellos les apetecía cambiar un poco más de apariencia en ese momento y añadir, por ejemplo, una barba. Para este tipo de detalles utilizaba pelo real.
Aunque Ladd y sus ayudantes trabajaban sin descanso, cada máscara necesitaba varias semanas de elaboración y la Cruz Roja Americana no pudo seguir manteniendo el estudio después de la guerra.

Máscaras6

Gracias a las máscaras de la artista, aquellos hombres dejaron de vivir como reclusos. Sería demasiado optimista creer que volvían a la más absoluta normalidad, como ella misma creía, porque la máscara no dejaba de ser un estigma. Pero podían dejarse ver en la calle, sus hijos ya no salían corriendo si se acercaban para darles un beso y sus mujeres dejaban de repudiarlos. Incluso alguno logró conquistar a su amada, que llegó a aceptarle como futuro marido, según él mismo explicó a Ladd en una carta de agradecimiento.

Durante la guerra, la mutilación llegó a estar relativamente aceptada por la sociedad solo cuando se trataba de extremidades. Lo que nadie podía soportar era cruzarse con un hombre sin nariz, sin una oreja o con la cara completamente desfigurada. El miedo y la vergüenza jugaban siempre en contra. Y no sin razón. Que aquellos hombres desfigurados no pudiesen salir a la calle no siempre fue un acuerdo tácito. Cerca del hospital facial de Gillies, en Sidcup (Inglaterra), según un artículo de la revista Smithsonian, alguien había pintado algunos bancos de azul, lo que advertía a los vecinos de que un hombre sentado ahí sería angustioso de ver.


Ladd no solo llenó un vacío físico, también contribuyó a llenar los vacíos psicológicos de casi 200 hombres que se habían acostumbrado a vivir en la oscuridad y a negarse a sí mismos. Puede que las máscaras no alcanzasen la perfección, pero la artista consiguió que algunos de esos hombres se asustasen al ver el resultado. Algunos no podían concebir que así habían sido antes de dejar de ser como eran.

Las máscaras no iban a ser eternas. A causa del uso diario, apenas duraban intactas un par de años. Eso ella lo sabía. Ninguna ha sobrevivido a día de hoy, pero el instituto Smithsonian guarda todos los documentos de Ladd publicados (fotos, diarios, etc) y hasta un vídeo que muestra el proceso de elaboración de máscaras en su estudio.


Ladd regresó a Boston después de un año y medio, tras conseguir que casi 200 hombres disfrutasen de una cara nueva. A su regreso, fue condecorada con la Medalla de la Legión de Honor y nombrada Caballero de Crois de la Orden de San Sava de Serbia. Escribió dos novelas y su historia inspiró otra. No pudo hacer nada por los soldados de la Segunda Guerra Mundial: murió el 3 de junio de 1939, en Santa Barbara (California).

«Gracias a usted, puedo volver a vivir. Gracias a usted, no me he enterrado vivo en las profundidades de un hospital para discapacitados», le escribió uno de sus valientes sin rostro. Es difícil establecer una correspondencia entre las fotografías de Ladd, en las que solo identificamos los rostros, y las cartas que recibió, en las que solo vemos los nombres y apellidos. Por eso, es difícil asegurar que Richard Harrow no existió.


Fuente: Virginia Mendoza (Periodista y antropóloga)

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jueves, 29 de octubre de 2015

330 Años de historia desconocida: El camino más viejo en América finalmente emerge.


A menudo, hay verdades ocultas y cuentos antiguos que se pierden con cada generación. Esto es una historia no contada sobre los EE.UU. que se inicia en la década de 1600.

Antes del empresario Inglés y la llegada del fundador de Pennsylvania, William Penn, al Nuevo Mundo, este continente estaba habitado por varias tribus de indios indígenas. Antes de que los suecos y los holandeses comenzaran a establecerse en la zona luchando por ella.  Después de la llegada de William Penn, la tierra se seccionó a varias aldeas.Las tribus indígenas comenzaron a morir a causa de los combates o por enfermedad . Una vez que llegaron al 1700, el área tri-estatal tuvo mayor auge industrial del mundo, y luego, por supuesto, jugó un papel muy importante en la guerra revolucionaria.



Carretera Puente del Rey

En 1600 se construyó un camino real para ir de Boston, Massachusetts a Charleston, Carolina del Sur. En la actualidad, esta es la calle mas antigua en uso. El puente construído en 1697, es el puente mas antiguo de carretera en uso continuo en la nación. Sin embargo, en Philadelphia, el Independence Hall y la Campana de la Libertad, aún son los lugares de mas interés turístico.

Mapa del Camino del Rey


Actos y Eventos Peligrosos e Históricos

Las personas se sorprenden al descubrir que los delegados del congreso continental, se reunían para discutir su independencia de Gran Bretaña en tabernas de Frankford (ahora un barrio de Philadelphia antes de que hubiera consolidación en 1854)
George Washington y Benjamin Franklin (entre otras personas importantes), solían viajar, trabajar e incluso dormir en el noreste de Philadelphia.
Hubo un crecimiento rápido hasta la Guerra Civil de la población afroamericana y los residentes del noreste de Philadelphia jugaron un papel importante en la abolición de la esclavitud y el ferrocarril suberráneo.

Los EE.UU. ferrocarril subterráneo era una red de rutas secretas y casas de seguridad utilizadas por los esclavos del siglo 19 para escapar a los estados libres y Canadá.  Pintura por Eastman Johnson, 1862.

En los EE,UU. el ferrocarril subterráneo era una red de rutas secretas y casas de seguridad utilizadas por los esclavos del siglo XIX para escapar a los estados libres y Canadá. 
(Pintura por Eastman Johnson, 1862)


Cuando Thomas Holme creó el primer mapa de Filadelfia en 1687, el sistema de red que está en uso en toda América apareció por primera vez. Esta era una forma eficaz de seccionamiento de la ciudad, así como lo que es fácilmente accesible. Entonces los senderos indios comenzado a convertirse en las principales carreteras, y tuvo que ser ampliado para el caballo y el carro de viaje, y la zona comenzó a ser más industrializado. Desde aquellos tiempos vinieron tantas historias inéditas que revelan una perspectiva única sobre la vida de nuestros antepasados ​​y los que trajeron nuestra independencia nacional.

Hay una gran historia sobre Lynda Darragh, una mujer que advirtió a las tropas estadounidenses de una invasión británica durante la revolución. Cruzó las líneas británicas y se enteró de la emboscada. Luego a la izquierda, indicando que necesitaba más harina del molino para hacer pan para ellos. Ella consiguió más de harina, pero también se detuvo en un campamento estadounidense en el noreste de Filadelfia para advertir a las tropas de Washington. Si eso no hubiera sucedido, había una posibilidad de que no sería un país libre hoy.
“Estoy desconcertado en cuanto a cómo esta historia nunca se ha dicho antes.”, Dijo el director del documental Jason Sherman de La Carretera del Rey.
“La gente tiene que saber lo que pasó a lo largo de la carretera del Rey. Esperemos que este documental arroja algo de luz sobre la importancia de esta zona y la forma en que jugó un papel importante en el nacimiento de nuestra nación. Salvemos nuestros edificios y la historia que se queda con ellos “.
Milestone largo de la carretera del Rey, la calle más antigua en uso continuo en la nación.

Milestone largo de la carretera del Rey, la calle más antigua en uso continuo en la nación.

Historia Revelada
 
Los lugares históricos a lo largo de la carretera de la autopista King, son la base de la película. Jason Sherman aumentó una cobertura histórica en profundidad, junto con ponentes expertos, material de archivo, documentos históricos, fotografías, mapas y artefactos. Este documental se hace para darnos un vistazo al pasado. Un lapso en el tiempo y material tutorial de varias localidades permitirán a los espectadores ver la belleza que ha sido olvidada.

El objetivo de la película es difundir no sólo la conciencia sobre el valor histórico de esta zona, sino también para mostrar a los historiadores y a los conservadores que están luchando para mantener intacta esta hermosa ciudad.

El puente de piedra en la avenida Frankford en Holmesburg, Filadelfia, Pensilvania.  Erigido en 1697 en la sección Holmesburg del noreste de Filadelfia, en el estado norteamericano de Pennsylvania, es el puente más antiguo camino sobreviviente en los Estados Unidos.

El puente de piedra en la avenida Frankford en Holmesburg, Filadelfia, Pensilvania. Erigido en 1697 en la sección Holmesburg del noreste de Filadelfia, en el estado norteamericano de Pennsylvania, es el puente más antiguo del camino sobreviviente en los Estados Unidos. 


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miércoles, 28 de octubre de 2015

Diez estrategias de manipulación masiva


1. La estrategia de la distracción.

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción, que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales” (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas’).



2. Crear problemas, después ofrecer soluciones.

Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

                                             
 Noam Chomsky

3. La estrategia de la gradualidad.

Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que  condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.



4. La estrategia de diferir.

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.



5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad.

La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar
engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad” (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas’).



6. Utilizar el aspecto emocional más que la reflexión.

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…



7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.

Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores” (ver ‘Armas  silenciosas para guerras tranquilas’).



8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.

Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto, malhablado, admirador de gentes sin talento alguno, a despreciar lo intelectual, exagerar el valor del culto al cuerpo y el desprecio por el espíritu…

9. Reforzar la autoculpabilidad.

Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus
capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. ¡Y, sin acción, no hay revolución!



10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.

En el transcurso de los últimos 50 años,los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la  mayor parte los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.


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domingo, 11 de octubre de 2015

La isla mágica de Pohnpei y el secreto de Nan Madol.

Debajo de la isla de Pohnpei (o Ponape), en el océano Pacífico, se esconde una página secreta de la historia de la Humanidad. Por esta razón, los iniciados de la hermandad de los 'tsamoro' le dan a su isla justamente este nombre: "Sobre el secreto".



James Churchward, quien ha sido tachado de farsante, señala que su opinión básica de la existencia de una civilización-madre en un antiguo continente hoy sumergido bajo las aguas del Pacífico  y que no debe confundirse con la Atlántida, supuestamente hundida entre Europa y América la comparten otros investigadores y ocultistas de mayor o menor credibilidad, entre los cuales destacan por
mayoritariamente conocidos el naturalista y filósofo alemán Ernst Haeckel, para el cual la cuna de la
humanidad actual hay que buscarla en zonas hoy cubiertas por las aguas indopacíficas, y la inspiradora de la teosofía, la rusa Helena Petrovna Hahn, más conocida por Madame Blavatski después de su matrimonio con el general Nicephor V. Blavatski.

En las aguas de Pohnpei se refleja, desde la profundidad de los tiempos, la identidad final del símbolo solar y galáctico de la esvástica con el símbolo de la perfección de la obra representada por el sello de Salomón también llamado estrella de David.

 
                           



Las ruinas de Nan Matol, una ciudad sin origen ni fin conocidos, erigida sobre 91 islotes artificiales, hoy invadidos por la jungla y los manglares. Este es el enigma capital de Pohnpei que la arqueología conoce que la arqueología conoce y admite como tal: su desconocimiento absoluto sobre la finalidad de las más impresionantes ruinas del océano Pacífico. Pero si éste es el enigma visible a los ojos del mundo, el auténtico foco mágico de la isla está oculto en la abrupta espesura de la jungla de Salapwuk, en las montañas de Pohnpei. 


El  recuerdo de gigantes, el recuerdo y la presencia de seres de talla extremadamente pequeña, el recuerdo de personas que sabían volar, el recuerdo de una raza que recurría a asombrosos poderes mágicos que permitían el transporte aéreo de grandes bloques de piedra. El recuerdo claro de la conexión celeste y de la realidad del vuelo posible. También habla la tradición de Pohnpei de cambios de plano de seres espirituales que adoptan concreciones formales.
Esto y mucho mas ofrece la memoria popular hoy en día viva en una isla de dimensiones algo mas reducidas que, por ejemplo, Ibiza.




Pero el hombre blanco fue allí para lograr que hoy no sepamos a ciencia cierta lo que realmente aconteció en un pasado remoto en esta roca sagrada del Pacífico. La escoba de la civilización se encargó de borrar la sal del conocimiento de los reyes del Sol. Sólo dos lugares siguen siendo guardianes del pasado: El posible testimonio sumergido frente a las ruinas de Nan Matol y el conocimiento esotérico encerrado en Salapwuk, donde nos podemos acercar al secreto de la piedra inicial. 

T.H. Hood, en su obra Notes of a cruise in H.M.S. "Fawn" Oeste del Pacífico en el año 1862, publicada en Edimburgo en 1863, dejó dicho... "En Upolu hallé a una persona digna de crédito que me comunicó que doce meses antes había estado en Nan Matol, en donde, paseando en un bote por las aguas bajas, había visto allí las ruinas de una gran ciudad que yacía bajo el agua, con importantes edificios, calles regulares y una plaza libre en el centro, sobre la que parecía haberse alzado un gran templo o un edificio similar.


Herbert Rittlinger, en Der masslose Ozean, novela de viajes publicada en 1954 en Munich, cita una
curiosa nota de prensa fechada en el año 1939. Afirmaba ésta que submarinistas japoneses habían efectuado inmersiones en la isla Carolina de Ponape y habían sacado del fondo del mar trozos de platino. Pero no de alguna formación natural recubiertade coral, sino de un tesoro submarino: concretamente de sarcófagos de platino. 


Completa la información Rittlinger añadiendo que en la costa oriental de Ponape se hallaban diseminadas en una amplia área unas misteriosas construcciones cubiertas por la jungla: un sistema de canales, muros ciclópeos, ruinas de fortificaciones, ruinas de palacios... Continuaba Rittlinger afirmando que el descubrimiento de los japoneses no había sido casual: ya mucho antes de la primera gran guerra de los blancos explicaron los nativos  cuando las Carolinas fueron todavía posesión alemana, buscadores de perlas y comerciantes japoneses habían efectuado sondeos clandestinos en el fondo del mar. 




Hasta que los submarinistas regresaron con narraciones fabulosas: allí abajo se habían podido pasear por calles en parte bien conservadas, si bien recubiertas de moluscos, colonias de corales y otros habitantes marinos, amén de algún que otro vestigio de ruinas. Desconcertante había sido, según ellos, la visión de numerosas bóvedas de piedra, columnas y monolitos.

Pero una cosa no habían logrado hallar aquellos primeros submarinistas japoneses: de acuerdo con
algunas narraciones, esta misteriosa ciudad albergaba tesoros concretos: metales nobles, perlas, esmeraldas y barras de plata. En el centro de la ciudad se debía hallar una especie de panteón de los nobles del lugar, cuyas momias yacían allí. Pero aquí venía lo asombroso: cada una de estas momias estaba encerrada en un sarcófago de platino. 




Carlos Canales: "El Misterio de Nan Madol"

Éstos son los sarcófagos que ya en época de dominación japonesa de la isla, o sea entre las dos
guerras mundiales habrían localizado los submarinistas nipones. De acuerdo con estos testimonios, habrían ido extrayendo platino del fondo marino hasta el momento en que dos de los submarinistas no volvieron a subir. Desaparecieron sin dejar rastro, llevándose consigo su moderno equipo de inmersión y de trabajo: jamás nadie volvió a verlos. Luego vendría la guerra que acabó con la dominación policial y militar japonesa en la isla. Y con quienes probablemente estaban sobre la pista del supuesto platino.

En la Guía extraterrestre del planeta Tierra editada en 1982 por Ediciones Martínez Roca de Barcelona, leemos: «En esta pequeña isla, también conocida con el nombre de Nan Madol, se esconde uno de los grandes misterios de la exoarqueología: se trata de las ruinas de Nan Madol, investigadas originalmente por el especialista alemán Herbert Rittlinger».  «¡Allí se eleva el monumental conjunto arquitectónico de Nan Madol!» Incluye varios túneles, un muro de unos 900 metros de longitud y 15 metros de altura, canales y tumbas. El núcleo de la zona edificada consiste en una especie de templo construido con sillares de basalto. Posee forma cuadrada y tiene unos 60 metros de lado. Cada una de las piezas de basalto pesa varias toneladas.



Primera pregunta: ¿Cómo llegaron hasta allí aquellas colosales piedras? Se necesitaron medios de transporte mucho más eficaces de los que puede poseer una aldea de primitivos pobladores prehistóricos.

Segunda pregunta: ¿Por qué se escogió esta minúscula isla para construir los edificios, cuando las restantes islas del archipiélago presentaban mayores comodidades?

Tercera pregunta: ¿Qué finalidad cumplía este conjunto de piedra? ¿Fortaleza? ¿Templo dedicado a una divinidad hoy desconocida?

Se ignora hasta dónde conducen los túneles. Una antigua leyenda local sostiene que en el fondo del mar está sumergido un inmenso tesoro de metales preciosos. Se dice que unos buzos comprobaron las existencia de una ciudad sumergida y que habrían caminado por sus calles y contemplado sus templos y casas. Los nativos afirman que los japoneses, mientras ejercieron la administración de la isla, recogieron abundantes cantidades de platino sumergido...


Erich von Dániken había escrito algo sobre el tema en Meine Welt in Bildern, publicado en versión
castellana por Martínez Roca con el título de 'El mensaje de los dioses': «Una de las pequeñas islas que rodean a Ponape, y cuya superficie es de 0,44  km², es comparable a la Ciudad del Vaticano, se llama oficialmente Temuen, aunque, debido a las imponentes ruinas de Nan Madol en ella existentes, suele conocerse por este segundo nombre».  «Al ignorarse por completo el origen de estas antiguas instalaciones, es evidente que toda pregunta relativa a su significado o a su posible destino cae en el vacío.



¿Por qué alguien, en alguna época remota, se empeñó en la colosal empresa de transportar a este islote perdido cerca de 400.000 enormes bloques de basalto desde la costa norte de Ponape, de donde tuvieron que ser extraídos? Si se trataba únicamente de construir "templos". ¿Por qué no se levantaron éstos en las cercanías de la cantera? Los muros que todavía hoy quedan en pie llegan a tener 14 metros de alto y hasta 860 metros de largo.



Si ya era sumamente difícil extraer y tallar cada uno de esos bloques de 3 a 9 metros de largo y 10  toneladas de peso, resulta del todo imposible concebir su transporte a través de la espesa jungla aun por una gran multitud de hombres fuertes. Suponiendo que varios equipos se hubieran aplicado ininterrumpidamente, relevándose unos a otros, a la tarea de extraer, dar forma y transportar dichos
bloques basálticos de varias toneladas de peso, habrían sido necesarios 296 años para llevar a buen término tan absurda empresa. Por otra parte, en el islote sólo podían residir unos pocos hombres. ¿De dónde vinieron, pues, esas ingentes, pero indispensables masas de trabajadores?»




Más adelante, Von Dániken continúa: «Mirando a través del agua clara, tuve la impresión de que las
construcciones parecían "crecer" sobre la isla, siendo sus formas arquitectónicas como la prolongación de algo más profundo, algo que nos lleva al concepto legendario de la "fuente sagrada". ¿No es posible que, en vez de una fuente, se tratara del acceso a una instalación subterránea? ¿Servirían las fortificaciones para proteger dicho acceso? Por sí solos los nativos no pudieron llevar a cabo obras subterráneas de tal envergadura; ¿les ayudaron quizás extraños visitantes? La leyenda habla de un dragón volador que escupía fuego, que abrió canales e hizo surgir las islas; habla también de un mago que le acompañaba, y a cuyo conjuro la roca saltó en pedazos, cayendo los bloques de basalto sobre la isla.

Emanuelle Hubert, en un apéndice incluido en el buen panorama documental titulado El gran libro
de los enigmas editado por Selecciones del Reader's Digest, escribió por su parte, refiriéndose a Nan Matol: «En la zona de más difícil acceso de esta pequeña isla se alzan las ruinas impresionantes de una ciudad megalítica. Unos bloques de basalto, perfectamente tallados, colocados al modo de los tablones en una construcción de madera, forman murallas que alcanzan casi diez metros de altura.



Un sistema de canales o de acequias divide la ciudad misteriosa en islotes rodeados de murallas. Unas puertas abrían o cerraban estos canales del lado del mar. Se había construido un dique para guarecer un puerto. La arquitectura de Nan Matol no se parece a ninguna otra. Los micronesios actuales no habrían sido capaces de realizar este tipo de construcción. Se ignora la fecha en que se edificó esta ciudad y la razón de que sus habitantes la abandonaran repentinamente (algunas murallas no se concluyeron). También cabe preguntarse por qué fue elegida Ponape, isla perdida, para construir una ciudad tan importante».

(Nan Matol significa «El lugar de los espacios»; con «espacios» creemos que quisieron decir los espacios entre las islas).En el diccionario, nan es una preposición: en; y Matol un concepto que expresa el espacio entre dos cosas, o el lapso de tiempo entre dos eventos. Veamos ahora lo que ofrecen los vestigios hoy existentes de tan indefinible lugar: el Nanisounsap, el lugar del rey del Sol que, a fin de servir de santuario para la adoración de la anguila sagrada, erigieron aquí los mágicos hermanos constructores Olosipe y Olosaupa.

El conjunto de Nan Matol se extiende sobre un área de aproximadamente 1.400 metros de longitud,
con un promedio de anchura de 500 metros. Ocupa, pues, una superficie de 700.000 m² (0'7 km²).
Esparcidos sobre estas 70 hectáreas se hallan un total de 92 bloques, recintos o módulos de construcciones.



Repartidos en dos sectores, Matol pa Matol pan ne, cuya separación queda marcada por una laguna de aguas bajas, las construcciones están encerradas por sus tres flancos que dan al mar en una muralla externa que comienza en Peí ni ot, en el extremo norte, y se extiende a lo largo de Nau Molusai, Kanan y Pan ni hasta Pon Kaim. El sector de ciudad conocido por Matol pa, o espacio inferior, albergaba las viviendas del rey y el principal lugar de culto, Itet.

El otro sector, Matol pau ue o espacio superior, albergaba las residencias de los sacerdotes y el edificio principal de todo el conjunto, Nan Tauas, que encierra a su vez el sepulcro más destacado de Nan Matol. La muralla externa, a su vez, presenta diversas aberturas o pasos, en una de las cuales, Mueit en Kiti, en el flanco suroeste, yacen una serie de bloques de basalto que permiten el paso únicamente con la marea alta.

En Nan Matol existen además tres agujeros en el arrecife que tienen una profundidad de 60-80 metros. Son los agujeros llamados Nam en ias, que se encuentra en el interior del islote artificial Pei Kap; Le en kai, en el interior del islote artificial Toron; y Nam en kau, situado exactamente en la línea de la muralla externa, entre los segmentos de ésta conocidos por Lem en sei, al suroeste del agujero, y Lem en kau, al noroeste del mismo. Dicho agujero marca en la muralla la línea de separación entre los dos sectores mencionados de Nan Matol, separación marcada en el extremo opuesto, en la costa de la isla de Tsamuin, por el espacio que queda entre el recinto que alberga la supuesta tumba de Iso Kalakal, Pei en pan kitel, al noreste de la misma, y el islote artificial de Pan ti bob, al suroeste.

La ciudad real o baja está construida sobre islotes artificiales asentados sobre el sector de arrecife
conocido por Nan le en mok, mientras que la ciudad sacerdotal o alta lo está sobre los conocidos por Pon muitak y Pon muirak, sectores de arrecife que quedan divididos por la muralla inconclusa que arranca del islote-avanzadilla de Pei ni ot, al norte. La muralla que da hacia el suroeste y que arranca desde Karian en su extremo noroeste, está erigida sobre el sector de arrecife conocido por Pon pik a lap, y en ella, próximo al agujero de Nam en kau, se halla el banco de arena llamado Pik a lap, lugar en el que de acuerdo con la tradición desembarcó Iso Kalakal.

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